El golf es un deporte rodeado de mucho desconocimiento y no pocos prejuicios. Tradicionalmente se le ha atribuido la etiqueta de exclusivo, caro y de difícil acceso, pero lo cierto es que el golf poco a poco va desprendiéndose de algunos de los estereotipos que le han acompañado en el pasado más reciente. Si no, no se entendería que en la actualidad sea el cuarto deporte con mayor número de federados en España (más de 270.000 licencias), solo por detrás de fútbol, baloncesto y caza.
Y además tiene el respaldo de la ciencia. No en vano, hace pocos meses un grupo de 25 expertos a nivel internacional publicó en el 'British Journal of Sports Medicine' una declaración conjunta que sugiere que jugar al golf aumenta la esperanza de vida y mejora la salud mental. La declaración, una de las primeras de estas características, se produjo después de una revisión sistemática de la evidencia disponible publicada (342 estudios elegibles) y las discusiones entre un grupo de trabajo de expertos en salud pública y políticas de salud.
Lujo sí, pero sanitario
“El golf es un deporte que se practica al aire libre, en recorridos de hasta 10 km cuando se cumplimentan los 18 hoyos, sobre un terreno blando y a un ritmo estable, lo que a priori es un buen principio para plantear un ejercicio sin riesgo de lesiones. Ello no exime de una preparación física previa consistente en un precalentamiento y estiramiento muscular, como en cualquier otro deporte, así como unas normas de higiene postural que se deben mantener sobre todo en la realización del golpeo de la bola (llamado swing)”, explica el doctor Rafael Grases, traumatólogo del Hospital Quirónsalud Vitoria, que enumera una serie de beneficios que convierten a este deporte en un "lujo sanitario":
Coste: más accesible de lo que se piensa
Según defiende el doctor Grases, el golf es un deporte al que se puede acceder muy fácilmente por lo que reduce el problema a una cuestión de voluntad. El material completo consistente en el juego de palos y la bolsa se puede adquirir por 150€ para un iniciado. Habría que compararlo con la adquisición de un móvil o una tablet, quizá”, concluye el traumatólogo.
Fuente : Álvaro Piqueras – AS
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